domingo, 28 de octubre de 2012

La formación del Imperio romano | Historia de Roma (XXXIV)

En la segunda mitad del siglo I a.C. se completó la transformación institucional que se había iniciado en el período de las guerras civiles. Surgió un nuevo sistema imperial que mantenía, en muchos aspectos, estrechos lazos con el pasado y con la sociedad que lo había precedido.

Ciudad e Imperio romano

- La nueva organización en el sistema imperial romano


+ Efectos en el perfil institucional y en la esfera social y religiosa


La nueva organización, centralista y unitoria, afectó sobre todo al perfil institucional y, en parte, también al económico. La esfera social y la religiosa, en cambio, permanecieron prácticamente inalteradas y conservaron su autonomía en el ámbito regional, con alguna modificación parcial, como la extensión del derecho romano o la imposición del culto imperial.

+ Nuevas normas civiles y religiosas


Las nuevas normas civiles y religiosas se superpusieron a las locales, pero sin lograr una unificación profunda.

+ Efectos de la nueva organización en la economía romana


En la esfera económica, en cambio, las guerras de conquista (siglos II-I a.C.) habían creado ya un sistema que abrazaba toda la cuenca mediterránea. Lo que aportó a la economía el peso de un imperio institucionalmente organizado fue básicamente una reglamentación global, con efectos directos sobre todo en las provincias.

+ Transformaciones destacables en el terreno institucional


Donde el nuevo sistema imperial introdujo realmente grandes transformaciones fue en el terreno institucional.

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Artículo 34 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

sábado, 27 de octubre de 2012

La crisis económica del fin de la república romana | Historia de Roma (XXXIII)

A fines de la república, cuando se multiplicaban los síntomas de declive de la economía esclavista, se produjo una crisis general en la agricultura itálica. En el mismo período se debilitó, además, y en algunos casos se derrumbó, la demanda de productos agrícolas de la Italia centro meridional en favor de los procedentes de la Galia cisalpina al principio y de las provincias después.

Crisis economica en la antigua Roma

- Causas de la crisis económica romana


Las causas de esta nueva crisis fueron diversas. Entre las más importantes hay que señalar las devastaciones de la guerra social; las confiscaciones, el cierre de los mercados orientales provocado por las guerras contra Mitrídates y la presencia de los piratas del Egeo; y los desequilibrios derivados de las asignaciones de los triunviros. También contribuyeron la ausencia de inversiones, el traslado hacia el norte del eje comercial, el gradual predominio en los mercados de los productos de Italia septentrional y el cierre de numerosos mercados centro meridionales. Se fue imponiendo una dirección de las haciendas orientada hacia la reducción de gastos y se primaron los cultivos que exigían poco trabajo y ofrecían garantía estable de seguridad en los mercados, aunque ello comportara la renuncia a mayores ganancias.

Los productos de Istria y la Galia cisalpina habían suplantado en los mercados internacionales a los productos de la Italia centro meridional. La expansión de estas regiones comenzó en la época de Augusto, cuando los capitales, por diversos motivos, se dirigieron hacia las áreas septentrionales siguiendo la estela de las conquistas militares de Augusto, pero el fenómeno tenía orígenes más lejanos. Iba ligado a la penetración romana en el norte, iniciada con la deducción de Aquilea -hecha por motivos militares y también por intereses económicos- y proseguida, durante los siglos II y I a.C., con la política de reorganización del territorio por medio del abono de los campos, la realización de grandes obras hidráulicas, la construcción de una red viaria y la inversión de capitales en agricultura.

Todas estas intervenciones estaban en el origen del gran desarrollo económico del siglo I d.C., cuando los productos agrícolas de la región conquistaron los mercados internacionales. La llegada de la época de Augusto estuvo marcada, por tanto, por una situación económica incierta, caracterizada por el declive de las áreas centro meridionales, otrora florecientes, y el desarrollo de las regiones septentrionales. A ello hay que añadir la precariedad del marco político general, que acentuó las consecuencias de la crisis económica.

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Artículo 33 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

viernes, 26 de octubre de 2012

Las guerras civiles en Roma | Historia de Roma (XXXII)

El inicio de las guerras civiles se produjo como un contragolpe a los conflictos surgidos entre fines del siglo II e inicios del siglo I a.C., como la guerra númida, la invasión de los cimbros y de los teutones y la guerra social.

Pompeyo y las guerras civiles en Roma

- La guerra númida


La guerra númida (111-105 a.C.) puso al descubierto los procesos que corroían desde hacía tiempo la vida política romana, manifestando al mismo tiempo el odio antirromano de las poblaciones norteafricanas. Este odio, avivado sin duda por el nacionalismo de Yugurta, rey de Numidia, estaba tan arraigado que desembocó en auténticas masacres, como la de Cirta (112 a.C.), donde fueron asesinados todos los miembros de la numerosa colonia presente en la ciudad. La cruel masacre expresó, en toda su crudeza, el rechazo de una política expansionista cada vez más dura y despiadada, conducida por el interés  de un pequeño grupo de individuos que gozaban de amplios poderes en Roma. La guerra llevó consigo la reforma, promovida por Mario, de las modalidades de reclutamiento del ejército, al que pudieron incorporarse por primera vez, con servicio voluntario y retribuido, los proletarios excluidos hasta entonces. Si por un lado la reforma respondía a la dificultad de formar ejércitos con los sistemas tradicionales, por otro creaba soldados de profesión que consideraban el servicio militar como una oportunidad para crear un pequeño patrimonio con la paga, los botines de guerra y los premios dispensados por los mandos. De este modo, los soldados acabaron por vincularse estrechamente a sus jefes, más que al estado, convirtiéndose en una fuente permanente de inestabilidad en la vida política.

- La invasión de tribus germánicas (cimbros y teutones)


La invasión de las tribus germánicas de los cimbros y de los teutones (105-101 a.C.), truncada victoriosamente por Mario, estuvo en el origen de un nuevo conflicto interno en el Estado romano: la rivalidad entre Mario y Sila. Los dos se habían enfrentado ya anteriormente. Antes de derrotar a cimbros y teutones, Cayo Mario había guiado a las tropas vencedoras en Numidia, conquistando fama y gloria, además de una gran influencia política y un amplio respaldo entre las masas. Aprovechando los éxitos obtenidos, se había puesto al frente del partido popular, que no había abandonado la causa reformista, ni siquiera tras el trágico destino de los Gracos. Lucio Cornelio Sila, en cambio, se había distinguido sobre todo en la guerra itálica, granjeándose las simpatías de la clase senatorial y de los grupos de la oligarquía de gobierno.

- 88 a.C.: guerra abierta entre Mario y Sila


En 88 a.C. la rivalidad entre Mario y Sila se transformó en lucha abierta. Mitrídates VI, rey del Ponto, había atacado los territorios romanos de Asia haciendo exterminar, en un solo día, a todos los ciudadanos romanos de Oriente. La matanza recordaba la de Cirta y representaba una nueva confirmación de los extendidos sentimientos antirromanos. Lo que preocupaba a Roma, sin embargo, era la intensa influencia que ejercía Mitrídates en las poblaciones de la cuenca mediterránea, sobre todo por la acción propagandística del rey que se equiparaba con las gestas de Alejandro Magno y con las grandes tradiciones griegas y orientales. Por todo ello, Roma no podía aplazar el conflicto, aunque la situación interna era todo menos tranquila. En consecuencia, el senado no tardó en declarar la guerra al rey y decidió enviar a Oriente un ejército al mando del cónsul Sila. Pero el partido popular no podía aceptar esta decisión ya que la victoria, en caso de producirse, haría prevalecer a los grupos de la oligarquía senatorial y disminuiría el prestigio del que gozaban hasta entonces los demócratas. Estallaron entonces violentos tumultos y el senado se vio obligado a anular el nombramiento de Sila, que era legal, para sustituirlo por Mario. Sila, que se preparaba para partir con sus tropas hacia Oriente, apenas tuvo conocimiento de la noticia, salió de la Campania y marchó sobre Roma. Tras hacerse con el poder por la fuerza, obligó al senado a volver atrás y a conferirle de nuevo el mando en Asia. A continuación, completó su maniobra enviando al exilio a los principales miembros del partido de Mario.

- Sila se hace nombrar dictador vitalicio, con el fin de reorganizar el Estado


En la primavera de 87 a.C., después de haber impuesto el orden en Roma, Sila partió hacia Oriente, donde logró vencer a Mitrídates y obligarlo a firmar la paz. Mientras tanto, el partido popular había recuperado fuerza y, aunque privado de la guía de Mario, muerto de improviso, había logrado hacerse con el poder. Los estragos se sucedieron hasta que en 82 a.C. el retorno victorioso de Sila desde Oriente volvió a decantar la balanza a favor de la oligarquía. Con el apoyo del ejército y del senado, Sila se hizo nombrar dictador vitalicio con el fin de reorganizar el estado. Aprobó entonces una serie de disposiciones destinadas a reformar el poder del senado y, al mismo tiempo, a reducir la influencia del partido popular.

+ Las leyes de Sila


Las leyes de Sila iban acompañadas de drásticas medidas de orden público, como las listas de proscripción, tendentes a eliminar a los opositores al régimen. Con la introducción de los partidarios del dictador, el número de senadores pasó de 300 a 600. Se abolió la censura, se atribuyó un amplio poder legislativo al senado y se redujo la autoridad de los tribunos. También se estableció que pretores y cónsules permanecieran un año en Roma con cargos políticos y judiciales y fueran enviados el año siguiente a las provincias con el cargo de propretores o de procónsules al mando de los ejércitos.

+ Se desplazan las murallas ciudadanas


Finalmente, se desplazó la línea de las murallas ciudadanas hasta el Arno y el Rubicón, con la intención de impedir, o al menos de hacer más difícil, la conquista del poder por la fuerza, ya que se consideraba sacrilegio introducir armas al otro lado de la línea. Convencido de haber resuelto las principales cuestiones de la república, habiendo contentado al menos a la clase senatorial, Sila se retiró a la vida privada en 79 a.C. y murió al año siguiente en Campania.

- Se reanudan las guerras civiles con nuevos protagonistas: Craso, Pompeyo y Julio César


Pero las guerras civiles se reanudaron una vez más, protagonizadas en el período siguiente por Marco Licinio Craso, Cneo Pompeyo y Cayo Julio César. La situación interna se precipitó a raíz del estallido, casi simultáneo, de cuatro guerras: la rebelión en Hispania al mando de Sertorio (80-72 a.C.), la revuelta de los esclavos encabezada por Espartaco (73-71 a.C.), la guerra contra los piratas (78-67 a.C.) y la nueva guerra contra Mitrídates en Asia (74-63 a.C.). La primera contienda, que supuso el fin del partido de Mario, terminó con la victoria de Pompeyo, un político nuevo en la escena romana, considerado el mejor general del momento. La segunda, que afectó durante años a los campos itálicos, se resolvió con grandes dificultades gracias a las victorias obtenidas primero por Craso y después por Pompeyo, quien apagó los últimos rescoldos de la revuelta.

La positiva resolución de estos dos conflictos llevó a la elección para el consulado de los generales victoriosos en 70 a.C., año en que anularon, por obra de los propios cónsules, todas las disposiciones de Sila y se reanudó el movimiento democrático. El acuerdo permitió evitar un nuevo enfrentamiento civil en la ciudad del Tíber. Sin embargo, el continuo recurso a las armas para resolver cualquier disputa política representaba un constante motivo de turbación. La tercera guerra, dirigida por Pompeyo con amplios poderes y profusión de medios, concluyó con la definitiva eliminación de la piratería, que había turbado durante mucho tiempo el comercio en el área oriental del Mediterráneo. La nueva victoria supuso un nuevo incremento del prestigio de Pompeyo, convertido en ese momento en el hombre político más poderoso de la república. Finalmente, la derrota de Mitrídates, el rey del Ponto, coronó la ascensión de Pompeyo con el más lisonjero de los éxitos, y permitió a Roma consolidar sus dominios en Oriente, de Siria al Éufrates, y reordenar las alianzas y los protectorados.

En 62 a.C. Pompeyo, en el punto álgido de su prestigio, volvió a la capital para tomar las riendas de la situación política que se había ido deteriorando durante su ausencia.

En Roma la situación se había precipitado de golpe. Lucia Sergio Catilina, derrotado en las elecciones al consulado en 63 a.C., se había puesto al frente de la plebe desheredada y endeudada con un programa extremista. La firme oposición del senado lo llevo a urdir una conjura, que fracasó por la pronta reacción de la oligarquía dominante dirigida por el cónsul Marco Tulio Cicerón. Pero había muchos otros focos de tensión y numerosos problemas que exigían soluciones urgentes. Cayo Julio César supo aprovechar la situación y en poco tiempo logró polarizar las expectativas y la indignación del pueblo alrededor de un programa incisivo.

Cuando Pompeyo llegó a la capital, el ambiente que se respiraba no era precisamente tranquilo. Además de César, que se había puesto al frente de las masas frustradas tras el fracaso de Catilina, estaba Craso, que por entonces ya no escondía su profunda hostilidad hacia la oligarquía. Y el propio Pompeyo, aunque acogido triunfalmente por su campañas victoriosas, no había logrado satisfacer sus demandas a causa de la decidida oposición de los senadores, preocupados por su excesivo poder: el senado no había confirmado aún la nueva organización de los dominios asiáticos, no le había concedido al consulado y no había aprobado la asignación de tierras a los veteranos como recompensa por las victorias conseguidas.

- El "triunvirato" entre Pompeyo, César y Craso


Pompeyo, de hecho, se encontraba aislado. César, por su parte, buscaba a personas de éxito en las que apoyarse. Craso, en fin, era consciente de lo importantes que eran, desde cualquier punto de vista, los apoyos de que gozaban ambos. De este modo surgió, por interés mutuo, una estrecha colaboración entre Pompeyo, César y Craso que tomó el impropio nombre de "triunvirato". Los tres, con el apoyo de las masas, del ejército y de los grupos financieros, impusieron un programa que preveía, como punto de partida, la asignación del consulado a César en 59 a.C. para sentar las bases de su dominio en Roma. Cuando se consiguió el nombramiento de César para el consulado, se procedió a la aprobación de una reforma agraria inspirada en los principios democráticos, se confirmó la organización de Asia propuesta por Pompeyo y se concedió la disminución en un tercio del canon de arrendamiento de los tributos asiáticos. Para conseguir el apoyo militar que Pompeyo y Craso ya poseían, César obtuvo el proconsulado de la Galia cisalpina, de la Galia narbonense y del Ilírico para un período de cinco años. Estas provincias estaban lo bastante cerca de Roma como para hacer volver a los ejércitos en el caso de que la situación romana se deteriorara. La guerra de las Galias proporcionó a César la gloria y el poder militar a los que aspiraba. De 58 a 51 a.C. sometió todas las tierras comprendidas entre el canal de la Mancha y el Rin, en una lucha dura y áspera dirigida con la crueldad que imponían las guerras de conquista.

Mientras tanto en Roma predominaban la confusión y la anarquía, en un clima cercano a la guerra civil. Publio Clodio Pulcro, partidario de César, y Tito Anio Milón, protegido por la oligarquía senatorial, combatían con dureza al frente de grandes bandas armadas sin que nadie pudiera detenerlos.

- Los pactos de Lucca


Preocupado por el curso de los acontecimientos, César convocó una reunión con Pompeyo y Craso en Lucca, en 56 a.C., para consolidar el pacto del triunvirato. Se estableció que César permaneciera en las Galias durante cinco años más, para completar sus conquistas; que Pompeyo gobernara África e Hispania durante cinco años; y que Craso dirigiera la provincia de Siria así como la guerra contra los partos. También se decidió que Pompeyo y Craso fueran cónsules durante un año. Los acuerdos se ratificaron sin discusión en Roma, en un clima que ya no tenía visos de democracia.

- Tras la muerte de Craso, Pompeyo es nombrado cónsul por la oligarquía senatorial y con ello rompe definitivamente con César


Los pactos de Lucca atajaron de momento las fuertes rivalidades que enfrentaban a los tres hombres políticos del momento, pero muy pronto los acontecimientos se precipitaron desembocando en la guerra civil. Craso murió en Carres durante la guerra contra los partos en 53 a.C. y en Roma murió Julia, hija de César y esposa de Pompeyo, quien amaba tanto a su padre como a su esposo y era profundamente correspondida por ambos. Su inesperada muerte deshizo el lazo que unía con más fuerza a los dos políticos, al mismo tiempo que la desaparición de Craso los impelía al enfrentamiento mutuo. En 52 a.C. Pompeyo fue nombrado cónsul por la oligarquía senatorial, que se había alineado unánimemente a su lado para apoyarlo en su tarea de reordenación del estado. Al aliarse con la clase gubernamental, Pompeyo rompió definitivamente con César.

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Artículo 32 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

martes, 23 de octubre de 2012

La crisis institucional del siglo I a.C. | Historia de Roma (XXXI)

Los conflictos, repetidos y violentos, afectaban sobre todo al control del poder político, el reparto de los botines de las conquistas, la realización de reformas agrarias y la distribución a precio controlado de los productos alimenticios. No sólo se enfrentaban la nobilitas y grupos populares, la propia clase del poder estaba tocada por fracturas profundas, hasta el punto de que la lucha civil condujo finalmente a la caída de las estructuras republicanas y a su transformación en instituciones de tipo monárquico.

Imperio romano y su ejercito

- Motivos de la decadencia de las estructuras tradicionales republicanas


La auténtica crisis estalló en el siglo I a.C. La constitución republicana, que había regido el estado romano durante cuatro siglos superando las pruebas más difíciles, acabó por desembocar en una crisis irremediable. La decadencia de las estructuras tradicionales se produjo por muchos motivos.

+ Expansión del Estado y crisis de crecimiento


En primer lugar, la propia expansión del estado, que después de la ampliación del territorio y el desarrollo de nuevas y variadas actividades económicas, desembocó en una crisis de crecimiento que puso en evidencia la fragilidad de las instituciones republicanas.

+ Diferencias entre clases sociales


En segundo lugar, las diferencias entre las clases sociales, que favorecieron el proceso de disgregación. La oligarquía tradicional incrementó todavía más su poder político, económico y militar, sin querer renunciar al monopolio del poder, ni siquiera con concesiones parciales a los grupos ascendentes. Por su parte, los caballeros y la burguesía adinerada, que habían visto aumentar considerablemente su poder económico y político gracias al abastecimiento del ejército, al cobro de impuestos y de derechos de aduana, a la realización de obras públicas y a los transportes marítimos, sólo ocasionalmente conseguían participar en la dirección del estado. Finalmente, las clases populares, sin poder aguantar por más tiempo sus precarias condiciones de vida, reaccionaban con sublevaciones violentas manipuladas a menudo por cabecillas hábiles y desaprensivos.

+ Cambio de mentalidad de las clases dirigentes


Un componente fundamental de la crisis fue también el cambio de mentalidad de las clases dirigentes, que tenían la convicción de ser ciudadanos privilegiados con un gran poder. Prevalecieron el deseo desenfrenado de riqueza, la tendencia al parasitismo y la disposición a la violencia. Como consecuencia, en la vida política se extendieron la corrupción electoral y el ejercicio desaprensivo del poder, lo que acarreó el descrédito a las instituciones republicanas. Los jefes militares adquirieron gran importancia gracias a las riquezas acumuladas a expensas de las provincias y a menudo utilizaron sus ejércitos como elementos de la lucha política, como electores o como activistas: se trataba, en realidad, de ejército mercenarios que combatían únicamente para obtener ventajas y recompensas.

+ Pérdida del papel de guía de la vida política de las instituciones en general


Las instituciones en general perdieron el papel de guía de la vida política por la ausencia de una voluntad decidida de renovación, la discontinuidad de la línea de gobierno y, sobre todo, la ausencia de una mayoría estable.

+ División en la clase dirigente


La clase dirigente estaba profundamente dividida. Cada grupo se había atrincherado en la defensa de sus propios privilegios y estaba más atento a salvaguardar sus intereses particulares que a reconstruir la unidad del estado. También las clases subalternas apostaban por la ruptura. Los propios comicios contribuyeron a la disgregación de las instituciones. Violencia, corrupción y demagogia se impusieron como formas privilegiadas de lucha política. La mayoría de los ciudadanos había abandonado la vida pública en manos de aguerridas minorías a sueldo de los principales candidatos a las magistraturas.

+ El senado, incapaz de asegurar el equilibrio interno del Estado


Ni siquiera el senado podía garantizar su función originaria de organismo que asegura el equilibrio interno del Estado. Administrado todavía según los antiguos reglamentos, estaba gestionado por una restringida oligarquía que actuaba en defensa de sus intereses particulares y, sobre todo, de sus privilegios.

+ Magistraturas: violación de la anualidad y colegialidad de los cargos, magistraturas compradas por la fuerza de las armas, etc.


Tampoco las magistraturas quedaron al margen del deterioro general. Se violaron la anualidad y la colegialidad de los cargos, de modo que un mismo magistrado cubría durante varios años el mismo cargo sin otra razón de peso que la consolidación de su propio poder.

Se afirmaron asimismo nuevas costumbres institucionales. Entre las más perjudiciales estaba la tendencia a reunir en un solo magistrado la dirección del estado, ya que fuera renovando durante varios años el mandato, o concentrando en una persona poderes antes de separados.

También resultó muy nociva la legitimación a posteriori, con votaciones compradas, de magistraturas conquistadas por la fuerza de las armas. Los acuerdos personales, presentes desde siempre en la vida de la república, adquirieron en este momento carácter formal y llegaron a ponerse por encima de la constitución.

La profunda crisis de las instituciones republicanas no parecía dejar otro camino que el de un poder personal que guiara al estado de forma unitaria, aunque con carácter despótivo o totalitario.


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Artículo 31 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

lunes, 22 de octubre de 2012

Las guerras civiles y la crisis de la República romana | Historia de Roma (XXX)

El fin de siglo conllevó nuevos cambios en la situación social, económica y política de Roma.

Crisis en Roma

- Nobilitas


La nobilitas, atrincherada en la defensa de sus privilegios, se convirtió en una oligarquía de pocas familias basada en la propiedad terrateniente, el disfrute de la esclavitud, las rentas inmobiliarias y los grandes intercambios comerciales.

- Caballeros


Los caballeros, estrechamente vinculados a las nuevas actividades económicas, reflejaron con mayor claridad la nueva mentalidad comercial y se enfrentaron con frecuencia a la cerrazón de la clase senatorial.

- Clase media


La clase media siguió siendo la más castigada por las transformaciones que se estaban produciendo. Después de haber sido diezmada por las guerras y empobrecida por el aumento vertiginoso de la infracción, ahora sufría los efectos negativos de la especulación financiera, de la competencia despiadada entre las grandes empresas comerciales, de la difusión a precios bajísimos de los productos de las provincias y del empleo masivo de mano de obra esclava.

- Esclavos


También los esclavos representaban un nuevo motivo de preocupación. Al aumentar considerablemente su número a raíz de las guerras de conquista, se convirtieron en un elemento de transformación de la vida económica y en un componente inestable siempre preparado para la rebelión. En más de una ocasión reivindicaron mejores condiciones de vida junto a los braceros libres y a los pequeños propietarios campesinos, arruinados por la expansión del latifundio. Cada vez con mayor frecuencia, estallaban conflictos entre las distintas clases, como síntoma de prolongadas tensiones, incomodidades crecientes y un malestar difuso.

- Guerras civiles y crisis de la República romana


+ La crisis institucional del siglo I a.C.

+ La guerra civil entre Mario y Sila

+ La crisis económica del fin de la República

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Artículo 30 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

domingo, 21 de octubre de 2012

La guerra social | Historia de Roma (XXIX)

La guerra social fue la manifestación más vistosa de la crisis que afectaba a la península itálica. Antes de la revuelta el estado romano se había anexionado los territorios de los pueblos italiotas por tres procedimientos distintos: alianza, incorporación y deducción.

SPQR y Roma

- Procedimiento de anexión de Roma de los pueblos italiotas


+ Alianza


La alianza era un tratado especial (foedus) por el que Roma concedía una autonomía interna a los pueblos sometidos a cambio del pago de tributos y del suministro de hombres para el ejército. Los civitates foederatae, aun manteniendo un ordenamiento soberano, reconocían la supremacía de Roma (en 89 a.C. fueron incluidas en el estado romano). Aplicada en un principio a los latinos (foedus Cassianum, 493 a.C.), la alianza se extendió posteriormente a los pueblos de Italia meridional (Nápoles, 326 a.C.) y central.

+ Incorporación


La incorporación era una forma de anexión directa a la civitas romana que podía realizarse según la modalidad de la civitas optimo iure (ciudadanía romana con derecho a voto) o de la civitas sine suffragio (sin derecho a voto). A partir del siglo IV a.C., los habitantes de las ciudades vencidas fueron englobados por Roma con mayores o menores derechos.

+ Deducción


La deducción, finalmente, era una forma de anexión incondicional que tenía su origen en la rendición formal de una comunidad. Las colonias nacidas de la deducción se dividían en latinas (formadas por aliados latinos e itálicos) y romanas (formadas por ciudadanos romanos que residían fuera de la capital). Las primeras colonias se remontan a la época de los reyes. La última colonia de la península fue Lucca, erigida en 180 a.C.

- Origen de las causas de la guerra social en Roma


El origen de las causas de la guerra social hay que buscarlo en el período de los Gracos. La cuestión de la ciudadanía de los itálicos, que había llevado a la muerte a Cayo Graco, volvió a plantearse en 91 a.C. A lo largo de casi dos siglos de sumisión, la mayor parte de las poblaciones itálicas había permanecido fiel a Roma, incluso durante la larga guerra contra Aníbal. A pesar de su valor, los itálicos estaban en una situación de total subordinación política después de que la reforma de Cayo Graco hubiera sido ahogada en sangre. Livio Druso, hijo del adversario de Cayo Graco, tras ser elegido al tribunado de la plebe, recuperó la propuesta de Graco de extender la ciudadanía a los itálicos; pero las mismas fuerzas que habían derrotado a los Gracos armaron la mano del sicario que asesinó a Livio Druso en su casa.

- La insurrección y la respuesta romana


Este delito, sin embargo, no consiguió detener un proceso ya comenzado. Fue simplemente una señal de la rigidez de Roma, que no quería hacer ninguna concesión, pero no acalló la protesta que desembocó en la llamada guerra social. En 91 a.C., marsos, pelignos, picentinos, marucinos, frentanios, vestinos, apulios, lucanos, campanios y samnitas crearon una república, basada en el ejemplo de la romana, y eligieron como capital Corfinio, rebautizada como Itálica. Etruscos y umbros permanecieron fieles a Roma, así como Venosa, Nola, Nocera, Nápoles, Reggio y casi todas las colonias latinas. Pompedio Silón y Papio Mutilio se pusieron al frente de los insurgentes, mientras que Lucio Julio César, padre del futuro dictador, Cayo Mario y Cornelio Sila condujeron el ejército romano. Preocupada por el alcance de la insurrección, Roma empezó a hacer algunas concesiones. La ley Julia (90 a.C.) reconoció la ciudadanía romana a los centros que habían permanecido fieles y a los que estuvieran dispuestos a deponer las armas. El beneficio se extendió más tarde a las ciudades de la Galia cispadana, que desde entonces pasó a formar parte de Italia. La ley Plaucia Papiria (90 a.C.) concedió a los insurgentes sesenta días para someterse a cambio del reconocimiento de la ciudadanía. Finalmente, la propuesta de ley de Cneo Pompeyo (89 a.C.) previó la extensión del derecho latino a la Galia transpadana.

- Razones de la revuelta


Las razones de la revuelta hay que buscarlas en el cambio de actitud de los itálicos respecto a Roma. Después de la batalla del Metauro (207 a.C.), que cambió la suerte del conflicto con Aníbal, desaparecieron las esperanzas de una acción unitaria contra la hegemonía de la ciudad del Tíber. A partir de ese momento lo que unió a los pueblos itálicos fue la coincidencia de sus intereses particulares, que pueden reducirse en esencia a una mayor integración en el estado romano. Hasta entonces, los itálicos estaban orgullosos de su autonomía de pueblos aliados de Roma, más que nada porque consideraban que su situación aún podía mejorar y, sobre todo, porque la hegemonía romana se extendía tan sólo sobre una parte de la península. La derrota definitiva de Aníbal fue lo que los llevó a reivindicar un trato similar al de la ciudad dominante y no una especie de autonomía.

La resistencia de Roma provocó el descontento de las ciudades itálicas aliadas, que se encontraron unidas por la común reivindicación de la igualdad de derechos políticos. Unas lucharon, no obstante, por la extensión de la civitas mientras que otras preferían permanecer foederatae.

La guerra social fue, en cierto sentido, un testimonio de la completa romanización de la península, y acabó con el dualismo entre romanos e itálicos. El deseo de estos últimos de ser reconocidos ciudadanos a todos los efectos manifiesta su convicción de no representar un pueblo distinto, sino parte integrante del estado romano desde el punto de vista jurídico y social.

Las motivaciones que llevaron a los itálicos a la revuelta fueron diversas: por una parte, la actitud reformista de las clases superiores que aspiraban a los derechos políticos; por otra, la actitud protestataria de las clases inferiores que reclamaban mejores condiciones de vida. La guerra social, por tanto, no fue sólo la revolución de la riqueza, sino también la revolución de la miseria. A su término, los itálicos fueron reconocidos como parte integrante de la república romana y Roma dejó de ser una ciudad estado para convertirse en la ciudad guía del estado itálico. Pero sólo en Roma era posible el ejercicio de la ciudadanía y, además, los itálicos sólo fueron inscritos en 8 de las 35 tribus romanas, limitando ulteriormente sus derechos. Para acallar el descontento, ya en 88 a.C. fueron inscritos en todas las tribus gracias a una disposición de Publio Sulpicio Rufo, completada después por Cornelio Cinna en 87 a.C.

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Artículo 29 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

sábado, 20 de octubre de 2012

Historia de Roma (XXVIII): el renacimiento económico de Roma a fines del siglo II a.C.

Después de un largo período de crisis, que duró casi medio siglo, en las últimas décadas del siglo II a.C. comenzaron a advertirse claras señales de recuperación económica. Los precios bajaron, volvieron a los niveles anteriores a la guerra contra Aníbal, y aumentó el bienestar, principalmente el de los comerciantes e inversores.

Economia en la antigua Roma

- La colonización y sus efectos: mejora en la economía romana y revitalización del comercio


La propia colonización, que prosiguió con renovado empeño en el siglo I a.C., restituyó su esplendor a las regiones más afectadas por la crisis de la pequeña propiedad. Los nuevos asentamientos, además de repoblar las tierras abandonadas, mejoraron el estado del suelo con trabajos de irrigación. Desde la época de Sila hasta la de Augusto se fundaron las colonias de Abella, Avelino, Alife, Arezzo, Capua, Chiusi, Fiésole, Grumento, Adria, Interamna, Nola, Pompeya, Preneste, Telesia, Urbana (más tarde absorbida por Capua), Ancona, Rímini, Ascoli Piceno, Este, Benevento, Bolonia, Boviano, Calazia, Casilino, Concordia, Cremona, Dertona, Fano, Fermo, Florencia, Ispello, Lucca, Luceria, Lucus Feroniae, Luna, Novum Comum, Nocera Alfaterna, Paestum, Pisa, Pesaro, Pola, Siena, Sora, Suessa Aurunca, Sutri, Trieste, Verona, Aosta, Brescia, Minturno, Módena, Parma, Piacenza, Pozzuoli y Venafro. En varias localidades hubo oleadas coloniales sucesivas. La construcción de carreteras revitalizó el comercio. Nuevos centros, como Pozzuoli y Pompeya, se impusieron como focos del comercio itálico dirigido también a la cuenca mediterránea, adonde se exportaban los productos agrícolas más rentables. La mayor contribución a la recuperación provino del sistema agrario de la Italia centro-meridional. A fines del siglo II a.C. ya eran evidentes los resultados del nuevo modelo de explotación. La implantación de cultivos especializados, el perfeccionamiento de las técnicas y la conquista de los mercados habían exigido un largo período de acondicionamiento y una gran inversión de capitales. Pero finalmente la nueva hacienda agrícola, eficazmente administrada y apoyada en la existencia de mercados seguros para sus productos, podía mantener unos niveles medios de producción nunca alcanzados hasta entonces.

- Se extiende la red comercial de los negotiatores romanos por todo el Mediterráneo


La red comercial de los negotiatores romanos se extendió por casi todo el Mediterráneo, como lo atestiguan los hallazgos arqueológicos de ánforas para la conservación y transporte del aceite y del vino. Los vasos apulios, así como los Dressel 1 y Dressel 2-5 de Brindisi, eran utilizados para transportar el aceite de Apulia y el vino de Campania a muchas localidades de la Magna Grecia, el Lacio, la Galia cisalpina, Istria, Provenza y África. A partir de mediados del siglo II a.C. se difundieron las ánforas de Apulia, que demuestran la abundante producción aceitera de la región. Hacia el final del período republicano, la presencia del aceite de Apulia disminuyó gradualmente, sustituido por el de procedencia cisalpina e istriana. Las ánforas Dressel 2-5 documentan, ya en el siglo II a.C., la amplia comercialización de los vinos de Campania. Después de un momento de máxima expansión durante la época republicana, en el siglo I a.C. se produjo una progresiva disminución de los intercambios, con un empeoramiento de la calidad, descenso de la producción y contracción de los cultivos vinícolas.

- Rápido aumento de la producción agrícola y ganadera


En el marco de la cambiada situación económica tuvo lugar un rápido aumento de la producción agrícola. Se basó sustancialmente en la renovada vitalidad de las vías comerciales y en la mayor cantidad de productos destinado a los mercados de ultramar.

Ya antes de la crisis de Aníbal el cultivo de la vid se hallaba bastante difundido en algunas áreas, pero sólo después de la guerra obtuvo mayor consistencia y se convirtió, junto con el cultivo del olivo, en el motor de la recuperación económica. La ganadería, practicada desde la época prerromana, sufrió un retroceso en el siglo II a.C. como consecuencia de la potenciación de los cultivos de la vid y el olivo.

En la segunda mitad del siglo I a.C. volvió a tener una amplia difusión por las mayores posibilidades de ganancia inmediata que ofrecía frente a los productos agrícolas en un período de crisis. Hasta el siglo I d.C. la cría de ganado tenía sus centros principales en Campania, sobre todo en los alrededores de Pompeya, y en Apulia, particularmente en el Tavoliere, Brindisi y Salento. En estas áreas se practicaba la trashumancia. Estaba muy difundida la cría de ovejas, sobre todo para la obtención de lana y, en segundo lugar, de quesos. La cría de bovinos, menos extendida, abastecía de pieles y de animales de labor. En el campo romano se criaban diversas especies de aves de corral.

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Artículo 28 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

viernes, 19 de octubre de 2012

Historia de Roma (XXVII): los intentos de reforma de los Gracos

La crisis abierta por el conflicto de Aníbal se manifestó también en el terreno político. Aumentaron las presiones de las nuevas clases, en particular de los caballeros y de la aristocracia adinerada, sofocadas por la oligarquía dominante, y se extendió el descontento entre los itálicos, privados aún del derecho de ciudadanía a pesar de haber contribuido activamente a la subida de Roma. Hasta las propias instituciones tenían problemas por su escasa adaptación a las necesidades de un territorio que por entonces abarcaba ya todo el Mediterráneo.

Los gracos en la antigua Roma

- Crisis en las magistraturas y el ejército romano


En las magistraturas, por ejemplo, se recurría cada vez con mayor frecuencia a la prórroga de los cargos para cubrir las vacantes que de otro modo se habrían producido. El ejército, por su parte, fue menguando inexorablemente a partir del momento en que la crisis de los pequeños propietarios campesinos redujo considerablemente la base de reclutamiento de los soldados. Los campos se iban convirtiendo en peligrosos centros de sublevación. Esclavos, braceros y pequeños propietarios empobrecidos formaban una peligrosa mezcla preparada para estallar ante la más mínima chispa.

Pero los intentos de atenuar el malestar de las masas rurales chocaban con los intereses de la aristocracia terrateniente, contraria a cualquier disposición que lesionara sus privilegios adquiridos. La guerra civil parecía inevitable, hasta el punto de que bastaron las propuestas de reforma de Tiberio y Cayo Graco para que se precipitaran los acontecimientos.

Los Gracos, miembros de familia noble educados por prestigiosos maestros griegos (Blosio de Cumas y Diófanes de Mitilene), asumieron la defensa de innovaciones que pertenecían a un mundo muy respetado, pero distante en realidad de la civilización romana. Las resistencias y cerrazones ante cualquier innovación resultaron tan difícilmente superables, que las masas populares se sintieron impelidas a recurrir a formas de lucha radicales para obtener algún resultado. El mundo romano, poco preparado aún para acoger tales reivindicaciones, reaccionó de forma inconexa, abriendo el camino a las guerras civiles que condujeron al fin de la república.

- Primer intento de reforma: Tiberio Graco


El primer intento de reforma fue obra de Tiberio Graco. En un viaje de regreso a Roma desde Hispania, Tiberio constató el abandono en que se hallaba el ager público de Etruria y, sobre todo, las condiciones de pobreza en que vivía la masa de los campesinos libres. Después de aquella experiencia se afanó por encontrar una solución que ofreciera respuestas concretas al profundo estado de crisis.

+ La reforma agraria de Tiberio tras ser elegido tribuno de la plebe


Elegido tribuno de la plebe en 133 a.C., Tiberio propuso una reforma agraria que preveía: reducción del ager publico ocupado por un particular a 500 yugos, con el añadido de 250 yugos por hijo varón hasta un máximo de 1000 yugos; restitución al estado de las tierras que excedieran los límites establecidos; asignación de las tierras restituidas a los campesinos pobres en lotes de 30 yugos; prohibición de utilizar sólo mano de obra servil en el trabajo de los campos; pago de una indemnización por las obras de mejora realizadas en las propiedades restituidas al estado; prohibición de venta de las tierras asignadas.

El terreno que se dejaba en plena propiedad a los terratenientes era bastante extenso: unas 125 hectáreas. Más que reducir la extensión de las tierras confiadas a un particular, la ley se proponía aliviar las condiciones de vida de los pequeños propietarios campesinos, proporcionándoles nuevas tierras para ampliar así al mismo tiempo las bases del ejército. A pesar de ello, la oposición del senado fue durísima porque, si se aprobaba la ley, las grandes rentas inmobiliarias de la aristocracia senatorias se verían severamente afectadas.

Decididos a bloquear la reforma, los senadores convencieron a Marco Octavio, compañero de Tiberio en el tribunado, para que vetara la iniciativa. Tiberio reaccionó convocando los comicios tributos para que destituyeran a Octavio, culpable de actuar contra los intereses del pueblo. El llamamiento a la soberanía popular infringió la constitución republicana, ya que Octavio era un magistrado elegido regularmente que no podía ser cesado antes del fin de su mandato. El sustancioso legal del rey Atilio III de Pérgamo proporcionó de improviso los fondos necesarios para convertir en ley la propuesta de reforma. Tiberio pidió el empleo inmediato del tesoro del rey para ofrecer a los nuevos asignatarios de ager público los medios necesarios para adecuar el cultivo de los terrenos. La nueva iniciativa del tribuno aumentó la hostilidad de la aristocracia senatorial, que decidió pasar a la acción.

+ Tiberio es asesinado, acusado de aspirar a la tiranía


Aprovechando la candidatura de Tiberio para un segundo tribunado (132 a.C.), en contra de la costumbre que prohibía la repetición del cargo, el senado votó un senadoconsulto llamado "último" confiriendo poderes extraordinarios a los cónsules. Una expedición de castigo conducida por Escipión Nasica asaltó la asamblea popular y asesinó a Tiberio, acusado de aspirar a la tiranía.

- Las reformas de Cayo Graco


A pesar de ello, la acción de los grupos reformistas prosiguió con mayor decisión.

+ Ley de Cayo Graco: cantidad mensual de grano a precio político para los ciudadanos pobres de Roma


En 123 a.C. Cayo Graco, hermano de Tiberio, fue elegido para el tribunado con un programa más articulado. Como primer paso logró hacer aprobar una ley que garantizaba a los ciudadanos pobres de Roma una cantidad mensual de grano a precio político. La disposición, aunque necesaria, iba dirigida esencialmente a ganarse el apoyo de las clases populares en el conflicto con el senado.

+ Cayo recupera la ley agraria de su hermano Tiberio


Reelegido en 122 a.C., gracias a una nueva ley que permitía a los tribunos ocupar varias veces el cargo, Cayo recuperó la ley agraria de su hermano para convertirla en objetivo principal de su programa. La estrategia política de Cayo, más compleja que la de Tiberio, preveía una serie de objetivos intermedios para crear un bloque de alianzas entre clases potencialmente hostiles a la oligarquía, como la plebe urbana, los caballeros y los itálicos. Se requería para ello conseguir el dinero necesario para hacer operativa la ley frumentaria, y también para fundar nuevas colonias, incluso fuera de Italia, para ofrecer un acomodo definitivo a los campesinos sin tierras. Por último, había que desmembrar la unidad de la clase gobernante enfrentando a la clase ascendente de los caballeros, vinculados a la de los comerciantes, con la aristocracia senatorial, ligada a la tierra.

+ El intento de enfrentamiento de los caballeros con los aristócratas


Cayo asignó a los caballeros el cobro de los tributos de la rica provincia de Asia, instituida después de la cesión del reino de Pérgamo a los romanos; hizo aprobar la deducción de una serie de colonias, en primer lugar la de Cartago; y presentó una disposición sobre la composición de los tribunales que debían juzgar las malversaciones cometidas por los gobernadores de las provincias. La disposición, en sustancia, asignaba en exclusiva a los jueces procedentes del orden ecuestre los procesos de concusión y peculado contra los gobernadores pertenecientes a la clase senatorial. Por primera vez en la historia de Roma los senadores eran juzgados por personas que no formaban parte de su clase. Una innovación igualmente importante fue la creación de colonias en las provincias. Hasta entonces, las colonias surgían exclusivamente en suelo itálico, conforme a una peculiar concepción del estado-ciudad. Fue precisamente la propuesta de conceder a todos los itálicos la plena ciudadanía romana la que provocó la ruina de Cayo Graco. Livio Druso, colega de Graco en el tribunado, después de vetar la ley se dedicó a promover una serie de reformas para ganarse el apoyo de la plebe, muy preocupada por la posible ampliación a los no ciudadanos de los pocos beneficios de que disfrutaba.

+ Graco no es reelegido para el tribunado, y para evitar ser atrapado, se hace matar por un esclavo


La propaganda hostil de Druso produjo sus efectos. En 121 a.C. Graco salió derrotado en las elecciones para el tribunado y el cónsul Opimio, basándose en el poder que le había sido conferido por el senado, exterminó a los partidarios de los Gracos en el Aventino. Para no caer en poder de sus perseguidores, Cayo se hizo matar por un esclavo en el bosque de las Furias, en la otra orilla del Tíber.

- La resolución de la crisis de los Gracos: la oligarquía romana sale victoriosa


La "crisis de los Gracos" se resolvió con una renovada victoria de la oligarquía. Poco a poco la reforma agraria fue despojada de contenido: se suspendió la distribución del ager público; se ignoraron los límites legales relativos a la concentración de las tierras; se eliminó la prohibición de venta de las propiedades asignadas por el estado... En poco tiempo la situación de los campos volvió al estado inicial. La aristocracia terrateniente controlaba de nuevo grandes propiedades y los pequeños propietarios campesinos se veían obligados a vender sus posesiones. Privada de oportunidades laborales, la plebe urbana se refugió en el ejército para llenar el vacío dejado por los campesinos. Pero la introducción del ejército profesional abrió las puertas a la guerra civil.

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Artículo 27 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

jueves, 18 de octubre de 2012

Historia de Roma (XXVI): la Sociedad Romana después de las Guerras Púnicas

La expansión territorial de Roma y el aumento de la riqueza están en el origen de importantes cambios y de profundas desigualdades sociales.

Senado romano y antigua Roma

- Llamada a las armas: desde las guerras púnicas hasta mediados del siglo II a.C. Roma moviliza a 150.000 romanos al año


La prolongada movilización del ejército puso en serios aprietos a los pequeños terratenientes, precisamente a los que más habían contribuido a la construcción de la nueva potencia mediterránea. Desde las guerras púnicas hasta mediados del siglo II a.C. se estima que Roma llamó a las armas a un promedio de más de 150.000 ciudadanos al año, lo que equivale al 15% de los varones adultos. Ello significa que la mayoría de los hombres en edad de trabajar tuvo que prestar servicio en las legiones romanas al menos durante siete años, recibiendo a cambio una paga poco superior a las retribuciones más bajas de los trabajadores asalariados.

- Los campesinos, tras su paso por las legiones romanas, retomaban tierras abandonadas


A su regreso, los pequeños propietarios no sólo encontraron sus tierras agotadas por el prolongado abandono, sino que pronto se dieron cuenta de que el cultivo intensivo del trigo ya no era rentable. Las masivas importaciones de Sicilia y de África, donde el grano se conseguía gratuitamente como un impuesto, habían hecho caer en picado los precios del mercado de cereales. Sólo unos pocos campesinos tenían la capacidad económica necesaria para acondicionar sus tierras a cultivos más rentables destinados a la exportación. En la mayor parte de los casos, los campesinos, ahogados por las deudas, se veían obligados a vender sus tierras a los grandes propietarios y a intentar trabajar para ellos como asalariados.

- Los antiguos campesinos, incapaces de competir con los esclavos


La gran disponibilidad de esclavos dejaba pocas alternativas a los antiguos campesinos, muchos de los cuales se dirigieron a las ciudades para buscar una ocupación en el artesanado, el comercio o la construcción. Casi todo los centros urbanos se vieron afectados por el abandono de los campos, pero el que recibió mayor número de emigrantes fue Roma, donde la realización de ambiciosas obras públicas y los gastos incontrolados de los ricos parecían ofrecer mayores posibilidades. Sin embargo, no había trabajo suficiente para emplear a todos los recién llegados que llenaban las calles de la ciudad.

- Los campesinos, al obtener la protección de las familias aristocráticas, se convierten en clientes


Muchos desempleados obtuvieron la protección de las grandes familias aristocráticas, de las que pasaron a ser clientes; a cambio, debían garantizar apoyo a sus protectores en las asambleas populares.

- Los beneficios de las victorias de Roma: en manos de senadores y caballeros


Si los costos de las guerras recayeron principalmente en los pequeños terratenientes, los beneficios de las victorias fueron a parar exclusivamente a las clases privilegiadas. Senadores y caballeros incrementaron de forma extraordinaria sus fortunas, y los primeros ganaron poder político en paralelo a la expansión territorial de Roma.

- La aristocracia senatorial controló, durante la república, todas las decisiones


A diferencia de las magistraturas, que salvo raras excepciones sólo duraba un año, el senado era el único elemento estable de la república. Y fue precisamente en su sede donde se decidió la política romana a lo largo de todo el período bélico. En la práctica, una clase restringida, la aristocracia senatorial, controló tranquilamente todas las decisiones expansionistas sin que las clases inferiores lograran hacer valer una política propia.

- Una consecuencia directa de las guerras de conquista fue la expansión del latifundio a lo largo del siglo II a.C


La amplia disponibilidad de ager público, confiscado a las poblaciones itálicas que se habían aliado con Aníbal, y la crisis de los pequeños propietarios campesinos, obligados a vender a precios irrisorios sus posesiones, condujeron a la concentración de la tierra en manos de la aristocracia. Las grandes haciendas agrícolas, que fueron aumentando progresivamente de tamaño, empleaban a una multitud de esclavos en el trabajo de los campos y, gracias a la disponibilidad de capitales, podían dedicarse a cultivos más rentables. Paradójicamente, el desarrollo del latifundio se vio favorecido por la afluencia de esclavos y riquezas derivada de las victorias obtenidas con los sacrificios de los que resultaron más penalizados: los pequeños propietarios campesinos que habían servido en el ejército.

- La agricultura romana experimenta una profunda reorganización


También la aristocracia terrateniente empezó a trasladarse masivamente a Roma, renunciando a ocuparse en directo de sus propiedades. En este período la agricultura romana experimentó una profunda reorganización debida a la difusión de la villa, un complejo residencial rústico administrado por capataces (vilici), de condición servil, que dirigían el trabajo de los esclavos y ocasionalmente también el de los braceros.

El nuevo sistema de explotación permitía racionalizar la actividad agrícola para orientarla hacia productos alimentarios destinados a la comercialización. En las grandes extensiones de tierra que dependían de las villas rústicas se cultivaban sobre todo la vid y el olivo, cuyos frutos eran exportados, con grandes beneficios, a las ciudades itálicas, al Mediterráneo occidental y a la Europa septentrional.

- Los caballeros, grupo privilegiado para con los beneficios bélicos


Otro grupo privilegiado que sacó provecho de las guerras fue la clase de los caballeros (equites). La pertenencia a la primera clase del ordenamiento centuriado, más que implicar un papel militar, entrañaba el nivel económico indispensable para poder ser empresario de los servicios públicos por cuenta del Estado.

- Roma no poseía la estructura administrativa necesaria para hacer frente a los nuevos deberes derivados de la extensión de su territorio


Por ello, la organización de los abastecimientos militares, el cobro de tributos, el aprovechamiento de las minas de las provincias e incluso la construcción de nuevas carreteras o de grandes obras públicas eran encomendados a sociedades privadas de ciudadanos pertenecientes al orden ecuestre.

Los publicanos, como se conocía a los empresarios privados, gracias a sus influyentes amistades en el senado lograban obtener contratos particularmente ventajosos, sin que los censores pudieran imponer ningún límite, y menos aún conseguir alguna reducción. En este período empresarios y proveedores lograron pingües beneficios.

- Los arrendatarios de los impuestos debían dar al Estado una cuota fija de lo que se estimaba, por defecto, que podían recaudar en una provincia


Para sí se quedaban, además de lo que estrictamente les correspondía, los excedentes que habían recaudado. Los proveedores del estado lograron reunir grandes fortunas gracias a los aprovisionamientos militares. A ellos les correspondía garantizar un puntual abastecimiento de ropa, equipamiento y armas incluso en áreas lejanas. También comerciantes y especuladores aprovecharon las nuevas posibilidades de enriquecimiento. Los primeros revendiendo en los mercados de Roma, a precios altísimos, mercancías importadas de Oriente, como perfumes, sedas y joyas. Los segundos prestando dinero con tasas de interés escandalosas.

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Artículo 26 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Historia de Roma (XXV): cambios económicos y conflictos sociales en Roma tras la segunda guerra púnica

De 218 a 203 a.C. toda la península itálica fue devastada por la segunda guerra púnica. Sobre todo en el centro sur el enfrentamiento entre romanos y cartagineses llevó a la parálisis casi completa de las actividades productivas y del comercio: los campos fueron saqueados, el ganado abatido, los pueblos destruidos y los habitantes diezmados. Mayores aún que los daños materiales fueron las graves consecuencias de la contienda, que se prolongaron mucho más allá del término de las hostilidades, causando un descenso general del nivel de vida, reducido a cotas de pura subsistencia.

Economia romana

- La recuperación tras la segunda guerra púnica


La recuperación resultó particularmente difícil, sobre todo por la inflexibilidad de la política romana en relación con las regiones de la Italia centro meridional, culpables de haber confraternizado con Aníbal. Numerosos terrenos fueron confiscados y convertidos en ager público para ser entregados después a inversores ricos, los únicos que disponían de medios suficientes para hacer rendir el suelo. En la asignación de las tierras, Roma no respetó los límites legales sobre las dimensiones de las propiedades inmobiliarias, favoreciendo así un proceso de concentración que comportó profundas transformaciones en la distribución de la tierra y en la propia producción agrícola.

- La riqueza producto de las guerras, en manos de unos pocos en la sociedad romana


Pero las guerras también produjeron mucha riqueza. Según la concepción antigua, cada empresa militar debía autofinanciarse y producir un pingüe botín. Sin embargo, las nuevas conquistas, en lugar de conducir a un enriquecimiento general del estado, favorecieron tan sólo a algunas clases. Gran parte de las indemnizaciones de guerra pagadas por cartagineses, macedonios y sirios fueron retenidas por los generales y los senadores. A falta de una estructura administrativa adecuada a la mayor extensión del territorio, el cobro de los impuestos y el aprovechamiento de los recursos fueron adjudicados a los caballeros. De este modo surgieron nuevos desequilibrios que modificaron profundamente el tejido social de Roma.

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Artículo 25 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

martes, 16 de octubre de 2012

Historia de Roma (XXIV): la conquista romana de Macedonia

Después de derrotar a Siria, Roma volvió a dirigir su atención a Macedonia. En 171 a.C. envió un ejército a la otra orilla del Adriático para enfrentarse a Perseo, quien había sucedido a su padre Filipo en el trono macedonio.

Batalla del ejercito romano

Temiendo que el hijo prosiguiera la política paterna, los romanos abrieron las hostilidades antes de que Perseo pudiera reunir las fuerzas necesarias.

- Perseo pierde la guerra a manos del ejército romano: Macedonia se desmiembra


La guerra se resolvió con la victoria del cónsul Lucio Emilio Paulo en Pidna (168 a.C.), y condujo al desmembramiento de Macedonia en cuatro repúblicas sometidas a Roma.

- Tras la tercera guerra macedónica, Roma acaba con la independencia limitada de las ciudades griegas


Concluida la tercera guerra macedónica (aquí podemos recordar las dos primeras), los romanos acabaron también con la independencia limitada concedida por Flaminio a las ciudades griegas e instauraron en ellas gobiernos privados de cualquier autoridad efectiva, dispuestos a seguir las directrices de la urbe y a emplear el terror contra los opositores.

- Un rebelión popular en Macedonia, a manos de Andrisco, fracasa


En 149 a.C. Andrisco, un aventurero que se autoproclamaba hijo de Perseo, se puso al frente de una rebelión popular en Macedonia y se hizo proclamar rey. Pero también esta tentativa falló y la región balcánica fue transformada en provincia romana (148 a.C.). Dos años más tarde, una confederación de ciudades del Peloponeso, la Liga aquea, fue desmantelada a raíz de una revuelta y su territorio fue anexado a la provincia de Macedonia.

- La ciudad de Corinto es saqueada


La ciudad de Corinto, temible competidora de los comerciantes romanos, fue saqueada por no haber agradecido la ínfima autonomía que le había sido concedida por Roma. En toda Grecia los gobiernos locales fueron confiados a las clases pudientes.

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Artículo 24 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

lunes, 15 de octubre de 2012

Historia de Roma (XXIII): la guerra siria, el rey sirio Antíoco II contra el ejército romano

Las repetidas intromisiones en las cuestiones internas de las diversas ciudades, en general a favor de las clases aristocráticas conservadoras, fueron minando las relaciones entre helénicos y romanos. Además, la poderosa liga griega de los etolios esperaba un reconocimiento después de haber contribuido de forma decisiva a la derrota de Filipo de Macedonia. Por ello, cuando vio cómo se esfumaba cualquier esperanza decidió acudir al rey de Siria.

Elefante de guerra en la guerra siria

- ¿Qué pretendía el rey sirio Antíoco II?


Antíoco II intentaba restaurar la autoridad de la monarquía siria en Tracia y en la Asia jónica por medio de una política agresiva. Desembarcó en Grecia como garante de las libertades, después de haber ignorado la invitación a retirarse, y se encontró con que todas las ciudades griegas se alinearon junto a los romanos, salvo las pertenecientes a la liga etólica.

- Las derrotas de Antíoco a manos del ejército mandado por Lucio Cornelio Escipión


Antíoco fue derrotado primero en Grecia, junto a las Termópilas (191 a.C.), y después en Asia Menor, cerca de la ciudad de Magnesia (189 a.C.), por el ejército romano al mando de Lucio Cornelio Escipión, hermano del africano.

- 188 a.C.: el rey sirio firma un acuerdo de paz, con un cesión y una indemnización inherentes al mismo


En 188 a.C. el rey sirio se vio forzado a firmar un tratado de paz que estipulaba su renuncia a la flota y a los elefantes de guerra, el pago de una elevada indemnización y la cesión a Rodas y Pérgamos, aliados de Roma, de todos los territorios conquistados fuera de Siria.

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Artículo 23 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

domingo, 14 de octubre de 2012

Historia de Roma (XXI): las guerras macedónicas

La primera guerra macedónica (215-205 a.C.) se remonta al último período de la segunda guerra púnica, cuando el rey macedonio Filipo V, aprovechando la debilidad de Roma tras la derrota de Cannas, firmó una alianza con Aníbal. Los romanos respondieron a su vez aliándose con los etolios (211 a.C.), antiguos enemigos de Filipo, que se dedicaron a reprimir la amenaza macedonia con el apoyo de la flota romana. Pero cansados de sostener el peso de la guerra sin recibir ayuda suficiente de Roma, los etolios firmaron por separado la paz con Filipo (206 a.C.). Un año después, también los romanos pidieron la paz para dirigir todos sus esfuerzos contra Aníbal.

Ejercito de Filipo en las guerras macedonicas

- La segunda guerra macedónica


Una vez derrotado Aníbal, Roma volvió a interesarse por la península balcánica, donde Filipo V había consolidado su poder y se preparaba para restablecer su hegemonía en toda Grecia. El pretexto para declarar la guerra a Macedonia fue la solicitud de ayuda por parte de Roma, Atenas y Pérgamo. El desembarco del ejército romano en Apolonia, Iliria, supuso el comienzo de la segunda guerra macedónica (200-197 a.C.). La batalla final tuvo lugar en 197 a.C. en Cinecéfalos, Tesalia, donde los romanos infligieron graves pérdidas a los macedónios. Filipo V fue obligado a renunciar a su control de las ciudades de Grecia y el Egeo, a entregar su flota y a pagar una fuerte indemnización de guerra.

- El senado romano reconoce la libertad a todas las ciudades griegas


El senado romano decidió entonces reconocer la libertad de todas las ciudades griegas. Cuando el cónsul Tito Quincio Flaminio dio a conocer a los griegos, en los juegos ístmicos de Corinto, el contenido del decreto, la multitud reunida en el estadio respondió con un entusiasmo incontenible. En realidad, Roma no pretendía renunciar a su dominio, sino adaptarlo a un pueblo con un grado de civilización y con antiguas tradiciones de libertad municipal.

- El prestigio de Roma ante el mundo helénico, en auge


El protectorado sobre las ciudades griegas, definido por el propio Flaminio, llevó al establecimiento de gobiernos filorromanos y a la completa retirada de tropas en 194 a.C., lo que incrementó el prestigio de la urbe a los ojos del mundo helénico.

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Artículo 21 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

sábado, 13 de octubre de 2012

Historia de Roma (XX): la segunda guerra púnica

La pérdida de Cerdeña y la sublevación de los mercenarios (de lo que hablábamos aquí) no doblegaron la tenacidad de los cartagineses, que empezaron a reconstruir su imperio en España. La ocupación de la península Ibérica se inició en 237 a.C. bajo la dirección de Amílcar Barca, y prosiguió, después de su muerte, con el avance de su yerno Asdrúbal.

Cuadro sobre la segunda guerra punica

- Los romanos firman un acuerdo con Asdrúbal, relativo a la soberanía en Hispania


Los romanos, por su parte, amenazados por la invasión gala, llegaron a un acuerdo con Asdrúbal que delimitaba las respectivas zonas de influencia en España y alejaba el peligro de una alianza entre galos y cartagineses. El acuerdo, firmado en 226 a.C., reconocía a Cartago la soberanía al sur del Ebro.

- 219 a.C.: Aníbal asedia Sagunto, y los romanos se preparan para responder


En 219 a.C. Aníbal, el sucesor de Asdrúbal (221 a.C.), ignorando las protestas romanas, puso asedio a Sagunto, una ciudad situada al sur del Ebro pero aliada de Roma. Ésta no acudió en ayuda de Sagunto, pero cuando la ciudad cayó y sus habitantes fueron ajusticiados, los romanos rompieron el tratado de paz y se prepararon para enviar tropas a España y África.

- Aníbal toma la iniciativa y se dirige a Italia, atravesando los Alpes


Aníbal prefirió tomar la iniciativa y se dirigió hacia Italia al frente de un ejército de 20.000 infantes y 6.000 caballeros. Los cartagineses lograron atravesar los Alpes antes de ser interceptados por los romanos y consiguieron el apoyo de las tribus galas de la llanura septentrional.

- El ejército cartaginés vence al romano en las riberas del Trebbia y del Ticino


El primer enfrentamiento entre ambos ejércitos se produjo en las riberas del Trebbia y siguió en las del Ticino (218 a.C.). Aníbal infligió grandes pérdidas al ejército romano, guiado por Publio Cornelio Escipión, obligándolo a replegarse hacia Piacenza con sólo 10.000 hombres de los 36.000 que habían iniciado la batalla.

- El ejército romano, dirigido por el cónsul Flaminio, cae en una emboscada con grandes bajas


Después de la victoria el dirigente cartaginés esperó hasta la primavera para penetrar en Etruria, donde lo esperaba el cónsul Flaminio, dispuesto a barrerle el camino hacia el sur. Pero el ejército romano, mal dirigido, cayó en una emboscada y perdió 15.000 hombres en el campo de batalla, entre ellos el propio Flaminio. En poder del enemigo quedaron más de 6.000 prisioneros.

- Tras la derrota los romanos acuden a la dictadura, con Quinto Fabio Máximo


La noticia de la nueva derrota produjo consternación en Roma. Ante el temor de un ataque inminente a la ciudad, fue nombrado dictador Quinto Fabio Máximo, un anciano, miembro de la aristocracia terrateniente, que aplicó una táctica de espera para desgastar a las fuerzas cartaginesas, con problemas de aprovisionamiento. Mientras tanto Aníbal, consciente del esfuerzo necesario para expugnar Roma, se dirigió hacia el sur para estrechar alianzas con los pueblos de aquella zona y proceder después a la conquista de la ciudad del Lacio.

- Los romanos son derrotados en Cannas


Al ver cómo se debilitaban las relaciones con los aliados itálicos, el senado romano decidió pasar a la acción atacando a los cartagineses en campo abierto. Y fue entonces (216 a.C.) cuando los romanos sufrieron la más dura de las derrotas junto al poblado de Cannas (cerca de Barletta): más de 30.000 hombres murieron y otros tantos fueron aprisionados. Sólo Cayo Terencio Varrón, uno de los dos cónsules que habían dirigido el ejército, pudo volver a Roma.

- Roma envía un ejército a España y otro a Siracusa


Después de la derrota de Cannas empezaron a producirse las primeras deserciones entre los aliados: grandes zonas del sur y centros importantes, como Siracusa y Capua, la segunda ciudad de Italia, se alinearon con los cartagineses. Sólo el obstinado rechazo de los romanos a aceptar la derrota y la falta de resolución de Aníbal a la hora de emprender el ataque contra la ciudad latina lograron cambiar el curso de la segunda guerra púnica. Roma se movilizó para organizar la resistencia y preparar la contraofensiva: enroló a todos los hombres disponibles enviando un ejército a España y otro a Siracusa, y dejando el resto de las fuerzas para controlar a Aníbal en la península.

- Empeora la situación cartaginesa: caen Siracusa y Capua, Escipión el africano conquista gran parte de la Península y Asdrúbal, en su intento de ayudar a Aníbal, es derrotado


El jefe cartaginés se encontraba por entonces a la defensiva, sin las fuerzas ni los medios necesarios para acometer el asedio de Roma. La situación no tardó en empeorar. En 212 a.C. cayeron Siracusa y Capua. El joven Publio Cornelio Escipión, llamado después el africano, que había sido enviado a España tras la muerte de su padre, conquistó gran parte de la península ibérica, incluida la ciudad de Cartagena (210 a.C). Escipión, sin embargo, no logró impedir que Asdrúbal, hermano de Aníbal, condujera una parte del ejército fuera de Italia y penetrara en Italia. Asdrúbal atravesó los Alpes y avanzó rápidamente para acudir en ayuda de su hermano, pero cerca del río Metauro, en las Marcas, fue interceptado y derrotado por el ejército romano, perdiendo la vida en el combate (207 a.C.).

- Aníbal se repliega, y Roma prepara un ejército destinado a África


Aníbal se vio forzado a replegarse hacia Brucio (Calabria meridional), mientras en Roma comenzaban los preparativos para enviar a África un ejército dirigido por Escipión, que había sido nombrado cónsul después de expulsar a los cartagineses de España.

- Los romanos, apoyados por los númidas, aplastan a los cartagineses, obligándolos a firmar la paz


Escipión desembarcó en África en 204 a.C para asestar el golpe mortal a la potencia enemiga. A cambio de la promesa de un reino, obtuvo el apoyo de Masinisa, rey de los númidas, quien alineó su caballería al lado del ejército romano. Después de más de quince años en Italia y de haber tenido la victoria al alcance de su mano, Aníbal fue llamado a la patria para defender Cartago.

El choque final se produjo en 202 a.C. en Zama, donde los romanos aplastaron a los cartagineses obligándolos a firmar la paz. Escipión impuso a los embajadores cartagineses: el abandono de todas las posesiones fuera de África, la entrega de toda la flota y el pago de una fuerte indemnización. En África, Cartago tuvo que restituir a Masinisa los territorios conquistados y se resignó a aceptar que sólo podía declarar la guerra con el consentimiento de Roma. La ciudad apenas logró recuperarse de la derrota, antes de ser totalmente destruida por los romanos (149-146 a.C.).

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Artículo 20 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

viernes, 12 de octubre de 2012

Historia de Roma (XIX): Roma entre las dos guerras púnicas

Los años que siguieron a la primera guerra púnica estuvieron marcados por la rápida expansión de Roma y la grave crisis financiera que se abatió sobre Cartago.

Cerdeña, conquista romana
Paisaje costero en Cerdeña, que sería conquistada por los romanos.

- Roma conquista Cerdeña y Córcega les es entregada por los cartagineses


Los mercenarios cartagineses se rebelaron para obtener el pago de su salario, dando origen a una sangrienta revuelta que fue sofocada por el general cartaginés Amílcar. Los romanos se aprovecharon de ello y, violando los acuerdos de paz, desembarcaron en Cerdeña con el pretexto de ayudar a los rebeldes (238 a.C.). Después de tímidas tentativas de resistencia, los cartagineses se vieron obligados a entregar también Córcega.

+ Sicilia, Cerdeña y Córcega, provincias romanas


Las tierras conquistadas fueron anexionadas por Roma con un nuevo estatus jurídico. A diferencia de las poblaciones itálicas, federadas al estado romano con distintos niveles de autonomía, las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega pasaron a ser provincias romanas y sus habitantes fueron considerados súbditos. El gobierno de estas provincias recayó en un magistrado romano con funciones de pretor (propretor), que ejercía su cargo durante un año y tenía poderes absolutos. Los súbditos, privados de libertades políticas, debían abonar como tributo anual un décimo de la cosecha (décima), a diferencia de los aliados itálicos, que no pagaban ningún impuesto a la ciudad latina.

- Últimas empresas bélicas de Roma antes de la segunda guerra púnica


Las últimas empresas bélicas de Roma antes de la reanudación de las hostilidades con Cartago, fueron la conquista de las costas de Iliria (Dalmacia) y la ocupación de la Galia cisalpina (Italia septentrional). Desde hacía tiempo los piratas ilíricos, a bordo de naves ligeras, atacaban a los navíos comerciales y rechazaban continuas razzias en las costas itálicas.

Cuando uno de los embajadores romanos enviado ante Teuta, la reina de los ilirios, fue asesinado, Roma intervino en el Adriático con una poderosa flota y obligó a los ilirios a pedir la paz y a someterse. Una suerte parecida corrieron los galos de Italia septentrional cuando cruzaron los Apeninos y se dirigieron hacia Etruria. La decidida contraofensiva romana obligó a los galos a retirarse, antes de sufrir una derrota definitiva en Casteggio, en 222 a.C. Toda la Italia septentrional, salvo Piamonte y Liguria, fue sometida por los romanos y convertida en provincia.

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Artículo 19 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

jueves, 11 de octubre de 2012

Historia de Roma (XVIII): la primera guerra púnica

La primera guerra púnica estalló cuando la ciudad de Mesina, ocupada por los mamertinos, una horda de mercenarios campanios, después de haber obtenido la protección de Cartago en su lucha contra Siracusa cambió de idea y pidió ayuda a Roma. El senado romano, ante los riesgos que comportaba acoger la petición, trasladó la decisión a la asamblea popular.

Primera guerra punica

- La ayuda contra Cartago: sectores a favor y en contra de la intervención en Roma


La mayor parte de la aristocracia terrateniente, partidaria de una política exterior prudente, era contraria a la intervención. Pero las clases comerciales y financieras, así como una parte del pueblo que esperaba fundar nuevas colonias en la rica tierra de Sicilia se mostraron favorables a la empresa. Animados por los cónsules, al fin los comicios populares aprobaron la petición aun sabiendo que desencadenaría la guerra con Cartago.

- Desembarco en Sicilia y ocupación de Mesina


En 264 a.C. el cónsul Apio Claudio desembarcó en Sicilia y ocupó la ciudad de Mesina, abriendo así las hostilidades. Para afrontar la amenaza romana, Gerón de Siracusa se alió con los cartagineses, pero fue derrotado y obligado a rendirse.

- Tras un largo asedio cae Agrigento, además de la flota cartaginesa


Después de siete meses de asedio cayó también la ciudad de Agrigento (262 a.C.), de modo que los cartagineses quedaron confinados al sector occidental de la isla. Los romanos no tardaron en comprender que debían atacar a la flota cartaginesa para cortar los aprovisionamientos procedentes de África e impedir los traslados de tropas. En menos de un año construyeron una flota de cerca de doscientas naves, y en 260 a.C., al mando del cónsul Cayo Duilio, derrotaron a los cartagineses en las aguas de Milazzo, gracias a una hábil estratagema que anuló la superioridad táctica enemiga. Las naves romanas, dotadas de un puente móvil llamado "corvo", en vez de entablar combate con las naves cartaginesas las atrapaban con este instrumento y lanzaban a los soldados al abordaje, apoderándose así con facilidad de las naves enemigas.

- Cartago, bajo sitio


En 256 a.C. los romanos decidieron dar un giro decisivo a la guerra poniendo sitio a Cartago. Después de una victoria naval en las aguas de Cabo Ecónomo (actual Poggio Sant' Angelo), la flota romana, dirigida por el cónsul Atilio Régulo, desembarcó en África con un ejército de 15.000 hombres. Régulo obtuvo algunos éxitos en las operaciones terrestres y Cartago se mostró dispuesta a firmar la paz, pero las condiciones impuestas por el cónsul resultaron finalmente inaceptables.

- Las legiones romanas son derrotadas en Tunicia


Los cartagineses reorganizaron entonces su ejército y derrotaron a las legiones romanas cerca de Tunicia (255 a.C.). Los pocos supervivientes esperaron inútilmente a la flota romana enviada en su ayuda, que había sido destruida por una tempestad. Los escenarios de la guerra volvieron a situarse en Sicilia con grandes pérdidas en hombres y recursos en ambos bandos.

- La flota cartaginesa es destruida por tercera vez por Cayo Lutacio Catulo


El último enfrentamiento entre las dos flotas se dio en 241 a.C. en las islas Egadeas, donde los romanos, al mando de Cayo Lutacio Catulo, destruyeron por tercera vez la flota cartaginesa.

- Cartago solicita y obtiene la paz, a cambio de una indemnización de guerra


Ante una situación cada vez más complicada, Cartago solicitó y obtuvo la paz después de haber aceptado abandonar Sicilia, pagar una fuerte indemnización de guerra y liberar sin ningún rescate a los prisioneros.

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Artículo 18 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Historia de Roma (XVII): Cartago y Roma

Según la tradición, Cartago fue fundada en 814 a.C. por colonos fenicios guiados por Dido, la reina destrinada de Tiro. La ciudad de África septentrional, situada a orillas del golfo de Túnez, se convirtió pronto en una gran potencia mercantil, con amplios intercambios comerciales y colonias propias en diversas zonas del Mediterráneo.

Ruinas de Cartago

Ya en el siglo V a.C. dominaba toda la cosa africana (desde el estrecho de Gibraltar hasta Egipto), muchas regiones del interior (Cirenaica, Libia, Numidia, Mauritania), la mayor parte de Sicilia, Cerdeña, Córcega y Baleares, así como algunos sectores de la costa española, Etruria y Liguria.

- El gobierno en Cartago


Cartago estaba gobernada por un régimen oligárquico. El poder supremo correspondía a dos magistrados, llamados sufetes, que eran elegidos anualmente. Órgano consultivo era el senado, compuesto por treinta miembros elegidos entre las más nobles familias de mercaderes. Había asimismo una asamblea de trescientos representantes del pueblo que se encargaba del nombramiento de los magistrados, pero que por lo demás tenía competencias restringidas y raras veces era convocada.

- El ejército cartaginés


El ejército estaba constituido por milicias mercenarias reclutadas por todo el Mediterráneo, de España a Libia, de Grecia a Oriente. En períodos de guerra, se elegía a los generales entre los cartagineses, quienes respondían de la marcha de las operaciones. Si una derrota podía atribuirse a la ineficiencia del mando, el general podía ser ejecutado mediante la crucifixión, la pena más infamante. Al contrario de lo que sucedía en Roma, el poder civil se mantenía al margen del militar, evitando así que el prestigio de los militares influyera en la vida política. Un tribunal ejercía el control del ejército.

- El comercio, principal actividad de Cartago


La actividad principal de Cartago era el comercio. Una red capilar de asentamientos militares y de puertos en todo el Mediterráneo aseguraba a la ciudad el monopolio de los intercambios comerciales entre África y Europa, en particular España. Las colonias servían ante todo como bases comerciales en las rutas de navegación o en las vías de tráfico. La más antigua fue Ibiza (654 a.C.), en las islas Baleares, seguida de Cádiz, Málaga y Cartagena en las costas españolas; Palermo, Trápani y Mozia en Sicilia; y Sulci, Tharros y Cagliari en Cerdeña.

- La agricultura cartaginesa


La agricultura, menos floreciente que el comercio, había alcanzado buenos niveles de productividad (vino, aceite, cereales), en particular en la provincia de Utica, en Mauritania y en Numidia. Fue precisamente esta diferenciación económica la que provocó una disensión profunda en el seno de la oligarquía cartaginesa, entre quienes se dedicaban al comercio, que querían potenciar los intercambios ultramarinos, y quienes tenían intereses exclusivamente terratenientes, que anteponían el desarrollo agrícola a cualquier conquista territorial. Este contraste constituyó a la postre el principal obstáculo para una política cartaginesa unitaria.

- Las relaciones entre Roma y Cartago


Las relaciones con Roma fueron amigables durante más de dos siglos. Entre ambas potencias existía un tratado de amistad, renovado en diversas ocasiones, que en sustancia reconocía a los cartagineses el monopolio del comercio en el Mediterráneo meridional y a los romanos de la costa tirrena. Pero las bases del acuerdo empezaron a tambalearse después de la victoria de los romanos sobre Pirro, y la consiguiente conquista de todo el sur de Italia.

La creciente expansión de Roma también alarmó a Cartago, que vio amenazada la integridad de sus colonias en Sicilia después de haber combatido durante más de dos siglos contra siracusanos y griegos.

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Artículo 17 de 42 de nuestra serie de entradas sobre la historia de Roma.